Desde nuestro alojamiento hasta Oviedo hay 66 kilómetros, todos ellos por autovía, por lo que en tres cuartos de hora estaremos allí. ¿Y por qué os recomendamos Oviedo?. Hay varios aspectos a considerar, el primero es que esta pequeña y bella ciudad (“ una ciudad de cuento” como la denominaría Woody Allen) invita a pasear por su casco antiguo e imaginarse la vieja Vetusta de Clarin, pasear por la calle Tránsito, Cimadevilla, Mon, la plaza del ayuntamiento, la plaza del Riego con el edificio de la antigua Universidad y como no, el Fontán. Si podéis venir el domingo, en el Fontán hay mercado y toda la zona se llena de colorido y alegría en un gran ambiente, siempre animado por grupos de baile regionales acompañados como no de la gaita y el tambor.
El segundo aspecto a tener en cuenta es la catedral. Decir catedral de Oviedo es hablar de etapas de construcción, de siglos llenos de una gran historia, mitad realidad, mitad mito, que han terminado por convertirla en leyenda. Allí además de todo el conjunto, podremos deleitarnos con la vidrieras, o con la capilla de los Reyes, donde descansan aquellos grandes hombres que, entre los siglos VIII y X fueron el estandarte que conformó, junto al Imperio Carolingio y la Santa Sede, el eje de la cristiandad que hizo frente y puso freno a la amenaza del Islam. Hay también un precioso y valioso atrio. Y por último, la Cámara Santa, donde podremos admirar un conjunto histórico de un valor incalculable como son las joyas traídas por Pelayo a principios del s.VIII tras la debacle de Rodrigo en Guadalete en el 711 donde sucumbió con estrépito el esplendor del Reino Godo. Estas joyas son las que habían sido traídas de Tierra Santa y guardadas en la entonces capital del Reino Godo, Toledo. Entre ellas están un trozo de la Sábana Santa o el Arca Santa, también la caja de las ágatas o dos de los grandes símbolos de Oviedo, la Cruz de los Ángeles o la Cruz de la Victoria.
Pero Oviedo guarda algo más, algo único en España (junto con una pequeña parte del pirineo): El Prerrománico. Estamos hablando de edificios de oficios religiosos, de descanso o de servicio público construídos en la época regia, es decir entre los siglos que ya cité antes VIII y X y que, salvo excepciones, se conservan en un estado más que aceptable. En total hay unos quince edificios repartidos por el centro de Asturias, pero me referiré a los que hay en Oviedo. De uso eclesiástico podemos hablar de San Julián de los Prados, más conocida por Santullano, que fue mandada edificar por Alfonso II a finales del siglo VIII. Este es el templo más grande que se conserva en España de aquella época y dentro podremos admirar su espléndida estructura y sus magníficas pinturas. La cámara Santa, junto a su parte baja, la Cripta de Santa Leocadia y la torre de San Miguel, adosada al ella, también de la época de Alfonso II. Los monumentos del Naranco, Santa María del Naranco y san Miguel de Lillo, ambas ordenadas construir por Ramiro I a mediados del siglo IX, la primera como palacio de descanso y la segunda dedicada al culto. Por último la única estructura prerrománica de uso público que hay en España, como es la Foncalada, mandada construir por Alfonso III el Magno en la segunda mitad del siglo IX como fuente donde el pueblo se abasteciera de agua. Por supuesto para todos estos edificios existen visitas guiadas que podréis contratar “in situ” o por internet
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